¿No eres un gurú de la tecnología? No te preocupes. Somos conscientes de que la sociedad actual camina a la par de esta, pero también sabemos que una parte muy amplia no nació de su mano. En cualquier caso, queremos hablar de la ciberseguridad desde el punto de vista de los no expertos en el paradigma tecnológico. Nació con el don de la novedad y con la intuición de que el mundo podía cambiar.
Era una verdad universalmente reconocida que la tecnología es poseedora de la transformación y que necesita el ingrediente humano para llevarla a la práctica.
La primera necesidad
Para los no expertos en el mundo tecnológico, la ciberseguridad puede ser una camisa que se sienta con holgura. En sus espacios se escapan conocimientos que no terminan de encajar. Parece que la primera necesidad derivó de los famosos virus, una especie de propuesta indecente tramposa. ¿Cuántas veces te has encontrado mensajes como este ‘Pincha aquí y gana dinero’?
Constituyen ataques externos. El enemigo está ahí fuera y está buscando la debilidad humana para cruzar la puerta y entrar. En este punto, existen diferentes tipos de personas: las que dejan la puerta abierta y las que ponen una barrera infranqueable. ¿De cuáles eres tú? Soluciones hay muchas y muy conocidas, sobre todo porque los virus fueron el primer problema al que se enfrentaron los primeros inexpertos internautas.
¿Cuándo llegó la segunda necesidad?
La segunda necesidad de los no gurús aterrizó cuando los usuarios de internet dejaron de ser tan inexpertos. En el momento en que comenzaron a tomar conciencia del potencial de la tecnología. Cuando se pensaba en el robo de información en el mundo físico, hubiera sido muy evidente, pesado e incómodo sacar archivos de documentos de un almacén, fotocopiarlos, guardarlos en una maleta y salir con suspicacia y serenidad sin levantar sospechas.
Pero la tecnología entró a la acción para hacerlo fácil. Ya no hablábamos de ‘kilos’ sino de ‘megas’ cuyo peso era de 0 gramos, pues circulan solos a través del email. Así que lo de sacar documentos y datos pasó a convertirse en algo demasiado sencillo y tentador. Era el reflejo del poder que otorgábamos y otorgamos a la información. Buscamos la transparencia y la seguridad en su máximo fervor.
¿Qué podemos hacer?
A medida que han pasado los años, se han ido desarrollando diferentes soluciones adaptadas a las necesidades y circunstancias del momento. Tanto es así, que llegó el DLP o prevención de pérdidas de datos digitales. Su funcionamiento en este caso ha sido a la inversa, de no permitir la entrada a no permitir la salida. Por lo general, suelen ser herramientas muy caras cuya configuración conlleva mucho tiempo. Es una solución que está prácticamente solo al alcance de grandes corporaciones.
Recientemente, las preocupaciones e inquietudes han seguido aumentando ante un tercer problema: los archivos compartidos. ¿Qué ocurre con ellos? ¿Cuántas empresas y profesionales comparten archivos a diario? ¿Qué seguridad le están otorgando? Queramos o no, hay archivos que tenemos que sacar de un entorno protegido para poder trabajar. Propuestas comerciales, propuestas técnicas, nóminas, facturas, currículums, due diligente, y material formativo, entre otros, son algunos de ellos. Las gestorías y las consultorías, por poner un ejemplo, son espacios de trabajo en los que se maneja una gran cantidad de datos y documentos personales.
¿Cómo protegemos esos archivos?
El mundo se empieza a plantear cómo proteger esos archivos, y es ahí donde entra en juego el IRM (Information Rights Management). Esta solución tiene varias implicaciones. Por un lado, en las PYMES, que no pueden permitirse un DLP, es una opción perfecta para matar dos pájaros de un tiro. Primero, aseguran los archivos confidenciales para que no haya fugas, inclusive manteniendo sistemas de almacenamiento poco seguros, como las nubes públicas. Después, resuelve el problema de compartir documentos manteniendo el control. Y finalmente, es escalable hasta el nivel que uno quiera, por lo que no hay límite de alcance.
Entonces ¿por qué las empresas todavía no adoptan la tecnología IRM?
Parece que las razones responden a la siguiente causa: los usuarios temen a la tecnología porque no son intuitivos. El proceso requiere de muchas tareas engorrosas para que puedan ver un documento. Sin embargo, en AceroDocs hemos resuelto el asunto y hemos propuesto una herramienta fácil e intuitiva a la par que segura. Es nuestra propuesta de valor, una herramienta sólida, suficientemente potente como para dar servicio a empresas de cualquier tipo y tamaño. Y, sobre todo, amigable, tanto para que quienes los crean como para quienes reciben los archivos encriptados.
¿Quieres comprobarlo por ti mismo? Puedes unirte a nuestro mundo ciberseguro pinchando aquí.